Uf...
Me iba a meter ya a la cama. Pero me he puesto a pensar. En lo de siempre, claro. En lo que peor llevo en estos momentos. En mi vida sentimental. Y he llegado a una conclusión… una conclusión que no me gusta, pero ey, es lo que hay. Cuando me acuesto con alguien, no suelo quedarme después. Nunca. Repasando… Creo que sólo tres veces. Y sólo una con el que fue mi pareja.
No me quedo porque… porque es mentira. Toda la retahíla de besos, abrazos y mimos de después es mentira. Una mentira muy bonita, pero un engaño igualmente. Y pensando, mi vida sentimental ha sido un engaño. ¿Por qué? No lo sé. Yo he estado ahí. Yo he intentado dar lo mejor de mí. Guardándome cosas, tratando de que mi compañía sea agradable, de ser un hombro, de ser una persona en la que confiar. A cambio he encontrado mentiras, preciosas mentiras que no fueron verdad jamás, aunque creyese en ellas. Igual es que doy demasiado y abrumo con lo que soy.
¿Es tan difícil quererme? ¿Qué es lo que hago mal? Porque da igual lo que dé, da igual lo que intente. Oh, sí, me caes muy bien. Y ya. Si necesito un hombro, te llamaré. Si necesito un chocolate caliente, te llamaré. Si necesito una botella de tequila y dos katxis de peche, te llamaré. Si necesito un polvo, pues también. Y tú puedes pedirme lo mismo. Pero ni se te ocurra enamorarte, ni se te ocurra pensar que te voy a dar estabilidad emocional. Para las relaciones de verdad está el resto. Tú eres lo que hay mientras busco una persona que me llene. En plan… Bueno, de algo hay que vivir hasta que encuentro mi verdadera vida.
¿Por qué? ¿Dónde están mis mimos y mis abrazos? ¿Tan atroz es querer que me quieran? No lo sé, porque ya no sé nada. Nunca lo he sabido, siempre he fingido que no me importaba. Al final, si llevas mucho tiempo mintiéndote a ti mismo, puedes tener la suerte de creértelo. Creo que hasta ahora me lo había creído. No me importa, puedo vivir así; total, es una chorrada. Son palabras que revoloteaban por mi mente todo el tiempo. Así, con todo. Y aprendes a que sean verdad, a creértelo. Y así, con todo.
“Todos necesitamos mimos de vez en cuando”, me dijeron hace no mucho, en una situación de post-polvo. Y sí, todos necesitamos mimos, apoyo, besos, caricias. Pero yo quiero unas de verdad. No sólo por compromiso, no sólo por estar ahí. Quiero algo especial, algo que sólo sea para mí. Por eso estar enganchado al brazo de alguien, cogerle de la mano, dar un beso en la mejilla… me resulta tan complicado. Son signos de afecto, no los regalo. Son cosas importantes para mí, aunque nadie se dé cuenta.
Hoy en día, todo está muy destilado. Agarrar a alguien del brazo es lo más normal del mundo, pasarle la mano por los hombros a alguien, dar un abrazo. Dos besos al despedirse, al saludar, ¿quién no los ha dado? Algo que debería ser un tesoro se ha convertido en un gesto carente de sentimiento. Pues bien, yo no soy así. Me encantan los arrumacos. Joder, es lo normal. Pero quiero que sean especiales, quiero que sean para mí, nada más. Si te los doy, ten por seguro que son sólo para ti. Si son rutina, no los quiero. Follamos y me piro; tengo casa donde dormir.
Etiquetas: horror..., personal e intransferible
2 Comments:
Yo...bueno, no se que más decirte. Te lo dije ayer.
Los míos tampoco som gratuitos, y tengo unos cuantos guardados para ti.
No puedo hacer más. pero desde aquí te mando uno muy grande (es más, puede que incluso decida hacerlo físico).
Eso y doparte a chocolate.
Y sinceramente, si alguieen tiene que estar equivocado. yo lo siento mucho, pero es el mundo. No tú.
desgraciadamente los signos de afecto se han vanalizado mucho y en cualquier esquina puedes encontrarte algun desconocido que te de abrazos y besos a pesar de que ni siquiera te conoce. Pocos somos los que quedamos que damos importancia a esos pequeños signos, reservandolos solo para las personas realmente importantes. Yo soy incapaz de dar un beso en la mejilla, abrazar o incluso simplemente acariciar el pelo de una persona a no ser que realmente aprecie a esa persona. que sepas que para ti tengo reservado algun abrazo.^w^
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