martes, junio 10, 2008

Papel


Miró el papel. El número estaba allí, sugerente. Las líneas, rectas, escritas a mano. No le gustaban los ordenadores, daban un aire muy... impersonal. Él quería que lo contrataran por ser persona, no por ser otro sujeto mecanizado. Miró una vez más el papel. "Chico responsable se ofrece para trabajar con personas mayores, mañanas y tardes. Hago tareas del hogar y cuido niños también. Experiencia. Interesados llamar al 6XX XX XX XX". No había quedado exáctamente perfecto, pero algo era algo. Le gustaban las personas. Se sentía muy unido a su abuela y a su sobrinita de cuatro años, además. Sonrío; aquellas dos solían ponerse de acuerdo para echarle la bronca. Después de presionar el celo un poco más, caminó calle abajo.
Habían pasado dos semanas desde que colocara el primer cartel. Había puesto otros, en otro puntos de la ciudad, y aún así solo había recibido tres llamadas. Una para una tal Eugenia; la mujer del otro lado se mostró muy preocupada al descubrir que era un chico de veinticinco años en vez de su amiga de cincuentaitrés. La segunda, de un gilipollas que estaba tajado, a las tres de la mañana. Casi con curiosidad, había estado escuchando al beodo en cuestión; no paraba de decirle que era un mariquita y un calzonazos, que seguro que le gustaba follarse a las viejas a las que cuidaba. Todo mucho menos claro y con unas eses más largas, pero eso fue lo que vino a decir. La tercera fue la vencida. Una chica lo llamó para ver si podía cuidar de su abuelita.
Así que allí estaba él, vestido de punta en blanco, nervioso y sonriendo como un niño con zapatos nuevos. Bueno, como un niño con la Xbox y el Blue Dragon. Mirando el papelito donde había apuntado la dirección con su letra pulcra y diminuta se encaminó hacia su nuevo trabajo. No estaba lejos de su propia casa, ni siquiera tendría que cojer el coche. Aún quedaba por averiguar que días trabajaría y que días no, pero eso era lo de menos: tenía un trabajo cuidando gente, su especialidad. Al poco, llamó con cierto nerviosismo al portero automático, y la misma voz que le había llamado por teléfono le invitó a subir.
Cuando entró al portal y subió por las escaleras casi cayó por las mismas, de pura inseguridad. Su corazón latía con fuerza, le sudaban las manos. Al llegar a la puerta, una chica rolliza de pelo negro le sonrió desde la puerta. Era guapa, tenía los ojos de un azul profundo, y una sonrisa encantadora. Se hizo a un lado y dejo que entrara en un pasillo lleno de cuadros. El suelo estaba amoquetado y cada paso se veía ahogado además por una alfombra que le absorvía los pies. En la casa no se oía ningún ruido, la chica de echo, sólo le había dicho un tímido y tenue "pasa, por favor". Sonrío. Aquella casa le daba buenas vibraciones. Aunque en lo más profundo de su ser, notó... bueno, un escalofrío. Pero la calidez de la chica se impuso. Le guió por un pasillo serpenteante y abrió una puerta. Sonrió más profundamente y le dejó pasar. Después, cerró la puerta.
-Bien-dijo-. Ésta es Eulalia, mi abuelita. Abuelita, éste es Marcos. Te va a cuidar a partir de ahora.
-Pero...
-Bueno, sé que os llevaréis bien.
-Pero... pero...
-Es un poco cascarrabias, pero hace todo lo que la mandan al final, ¿verdad abu?
-Pero...
-Bueno, yo me voy. Hasta las ocho no volveré. Cierro la puerta con llave, si necesitas algo... Bueno, espero que no. aquí no hay cobertura, y los teléfonos están... averiados, eso es.
-...
-Así me gusta. ¡Y tú! ¡Pórtate bien con Marcos! Más vale que lo hagas, porque me diga algo malo...-bajó la voz-. Te enteras, y esta vez en serio.
Cerró la puerta tras de sí. Un poco más tarde, se oyó el clack del que cierra y da dos vueltas con la llave. Marcos se arrimó a la puerta, sentado en el suelo con las manos en la cara. Lloraba. La anciana, Eulalia, estaba sentada en la cama. Eso no hubiese tenido nada de raro sino hubiese estado con el torax abierto, las vísceras desparramadas, las costillas sacadas. Los ojos, abiertos de par en par, tenían restos de lágrimas. Él siguió llorando. al fin y al cabo, no se había despedido ni de su sobrina ni de su abuela.

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5 Comments:

Blogger Jokin said...

Interesante giro de guión, me ha gustado, y sobre todo que hasta el final pensaba que estabas contando una anécdota real (¿porque es ficción, VERDAD?)

A medida que lo iba leyendo pensaba (jo, esto parece una película de terror, con lo de la llave y lo del teléfono que no funciona).

Y como no todo es hacer la pelota en esta vida, y por chincharte un poco, decir que para ser rubia escribes muy bien ;)

9:45 a. m.  
Blogger Mikelats said...

Me esperaba que estubiese muerta pero...

Te has pasado un poco xD

Ale, sigue escribiendo pero recuerda... dibuja!!! xDD

Al final me odiaras por esto xD

3:31 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Un poco previsible, pero está bien. Me uno al clamor de Mik y también te pido que sigas escribiendo y dibujando.

Por cierto, se te siguen escapando faltas ortográficas... de esas que también se le escapan al Word :P

Café

7:36 p. m.  
Blogger Mikelats said...

Es Café Ole! mi idolo de hace 20 minutos xD

5:27 a. m.  
Blogger Sayuri said...

Gracias, Jokin ^^

XD ya bueno, es que me gusta... lo visual, ya sabes. Que estuviese muerta y ya... Nah, muy soso xD

Sí, sé que es previsible, sobre todo si has leído alfo mío. No empecé con ganas de escribir, pero así ha salido xD. Perdón por las faltas ^^U, pero no suelo pasar los estos por el word :P

12:42 p. m.  

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