Cosas que Pasan

Uhh! Qué bien. No sé, me apetecía escribir, y sin embargo... No sé ni qué decir. Últimamente ando un poco irascible. Bueno, poco es un eufemismo. Pero queda más bonito así. Esta situación, aunque distinta, se parece a la que tuve en verano. Y no me gusta un pelo. Aunque sé, de manera un tanto instintiva, que no voy a reaccionar igual.

Tengo la sensación de que, como en verano, mis cartuchos de paciencia se están agotando. Mis vasitos particulares se están volviendo a llenar y amenazan con romperse otra vez. La sutil diferencia radica en que esta vez no pienso deprimirme. No me da la gana, simplemente. Voy por el camino de la ira y la furia (aunque así escrito suena un tanto rimbombante xD), más que nada porque suele ser más productivo.

No sé qué cúmulo de factores me está llevando por este camino. Sé que hay uno que predomina, el de siempre. Y por eso mismo, porque ha pasado a ser el de siempre, me estoy empezando a cansar. De la situación, de mis actos y de arrastrarme por el suelo. Que parezco idiota. Lo peor, lo frustrante, es que no puedo evitarlo. Todos mis intentos de cambiar, de sobreponerme, de hacerme valer quizá, se desvanecen al primer cambio de actitud.

Tengo verdaderas luchas internas, con sus facciones definidas que abogan por una u otra solución. En mi cabeza se libran batallas todos los días, se planean estrategias, se montan planes, y de repente ¡puf! todo se desmorona y mi fuerza de voluntad se vuelve a ir por el sumidero. Aunque bueno, por otro lado, esto mismo es "bueno"; aún no estoy cabreada del todo. Pero corro cierto riesgo de volverme totalemente majara XD

Como guinda del pastel, en mi casa, después de un par de meses de paz, vuelven a gestarse tormentas, con comentarios dañinos que hacía demasiado que no oía. Me ha pillado con la guardia baja, incluso ha habido un par de perlas que ha soltado mi abuela que me han dolido, he de reconocer. Me estaba malacostumbrando a la paz. No solo en este campo, ahora que lo pienso. Me he vuelto a fiar de las situaciones que parecían idílicas y claro, la realidad me ha dado en los morros otra vez.

Pero qué le vamos a hacer, sólo es culpa mía por dejarme la armadura sin poner.