jueves, mayo 22, 2008

Pum - Pum

¿No lo oyes? Tienes que estar oyéndolo. No puedo ser la única. No puedo, porque eso significaría que se me ha ido la cabeza del todo. Y no estoy loca. No tan loca. Pum - Pum. Es como un corazón; late. Maldita sea, despierta. Está ahí, golpeándose contra tu pecho. Es una pelotita de amargura, desazón y algo de desesperanza. Pum – Pum.

Sabes que es similar a la del resto de la humanidad. Pero eso no te consuela, claro. ¿De verdad no lo oyes? No sé, yo lo oigo retumbar desde aquí. Y eso que sé que intentas guardarlo bajo capas y capas de realidades alternativas en las que no te importa. Bueno, si no quieres darte cuenta, tú sabrás. Pero algo tienes que hacer, me está martilleando el cerebro. Pum – Pum.

Está consiguiendo apagar otros sonidos más sutiles y más bonitos. Sin ir más lejos, a lo que se asemeja: los latidos de tu corazón se están ahogando entre tanto ruido doloroso de duda y pena. Y créeme, si sigues así va a ir a peor. Y a peor. Y a peor. Llegará un momento en que paralizará tu corazón, lo cubrirá de hielo y empezará a trepar por tu garganta, hasta que atragante tus risas y congele hasta tus muecas. Pum – Pum.

Y no, no me da la gana. No ya por ti, ahora hablo de forma totalmente egoísta. Estoy cansada de oír a esa parte de ti quejarse y envenenarse de forma muda. No hablas, no me dices nada. Te consumes y la pelotita crece y crece, inundando todo tu ser. Y lo peor, en vez de echarla, te aferras a ella. Porque es lo que conoces, y tienes miedo a dar un paso lejos de ella. Es cansado volver a empezar. Pum – Pum.

Joder, páralo, por favor. NECESITO que lo pares, porque no te hace ni bien a ti ni bien a mí, ni a los que estamos a tu alrededor. Es que aunque me sonrías, aunque me hagas bromas, aunque te dejes hacer, aunque estás conmigo como siempre, sé que no estas como siempre. Porque sufres. Y ya vale. Te va a acabar taladrando, te va a partir en dos. Y no lo puedo permitir. Por favor, por favor... ¡Sólo tú puedes pararlo! Yo voy a estar aquí para ayudarte, pero páralo, maldita sea... páralo. Pum – Pum.

-¿Qué? ¿Sigue jugando con ese osito?
-Pues sí. Cada vez que habla con él se pone muy seria. Seguro que le está contando historias de miedo. O de dragones y princesas.
-Jajaja. Seguro que sí. Estos niños... tan lejos de los dramas humanos.
-¿Verdad? Qué pena que tengamos que crecer, éramos tan felices e inocentes...

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domingo, mayo 18, 2008

Mmm...


Hay cosas que a veces no entiendes. Cosas que... que simplemente deberían pasar y no pasan. Cosas que se frenan por reacciones propias o ajenas. Porque tienes miedo. Porque tengo miedo. ¿Por qué tenemos miedo? No lo sé. Y seguramente tú tampoco.
Quizá... el miedo más grande, el miedo que mueve a todos los demás, es el miedo a lo desconocido. Si no sabemos qué va a pasar, nos echamos para atrás. Si no tenemos claras las consecuencias de determinadas acciones, simplemente no nos arriesgamos.
Y es una pena. Porque hay muchas cosas bonitas que ni siquiera tienen la oportunidad de nacer, sólo por el miedo de gente como tú o como yo, que se deja llevar por miedo al no saber. Si supiesemos o quisiesemos arriesgarnos, la vida sería mejor.
Pero claro. ¿Dónde acaba la valentía y empieza la temeridad? Porque la línea es muy delgada. Y hay que saber sopesar los pros y los contras, de forma analítica. Que de forma calculadora nos consigue una vida fácil. Y erróneamente, lo fácil está ligado a lo bueno.
Y no tiene por qué ser así, en absoluto. ¿Qué es mejor? ¿Una comida precocinada, de esas que solo tienes que meter al microondas y se hacen dando un botón, o ese plato contra el que has estado luchando durante horas, que tiene mil sabores que compaginan perfectamente?
Depende de las prioridades de cada uno, claro. Aquél que quiera la rapidez y lo sencillo, pues olvidará los deseos a los que le cuesta enfrentarse e irá a por lo fácil, sin más. Es totalmente válido, eso sí. A mí, personalmente, me gustan las cosas fáciles.
Con la variante de que, bueno, me gustan las cosas fáciles, pero no porque sean fáciles. Porque sé que soy capaz de darle vueltas de tuerca a las cosas hasta que más o menos me salen. Y he acabado consiguiendo cosas muy difíciles.
Me hubiese gustado que fuesen más sencillas, pero la dificultad no me aminala. O por lo menos, no hasta que el miedo entra en escena. Porque tengo miedo. Porque tienes miedo. ¿Qué es lo que quiero? ¿Un camino llano y fácil o uno lleno de miedos y guijarros afilados?
Lo malo es que, como tú, sigo sin tener ni idea. Porque hay cosas que a veces no entiendes. Cosas que... que simplemente deberían pasar y no pasan.

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sábado, mayo 10, 2008

Super Heroína


Está visto que ya no puedo ocultarlo por más tiempo. Mis contactos me dicen que la infomación se ha filtrado. Que todo el mundo lo sabe, más o menos. Pues bueno, no tengo los fondos de IronMan para convocar una rueda de prensa, pero lo diré aquí. Yo soy una Superheroína. Aunque si he de ser sincera soy una heroína un poco del tres al cuarto, mi radio de acción es más bien pequeño. Aunque siendo realistas, no por ello mis poderes pierden su eficacia.

Mi principal poder es el de corromper la psique de las personas con pensamientos pecaminosos y frases heynenísticas. Que vale, para una heroína es un poder raro, pero nací con él. Poco a poco consigo inmiscuirme en la mente de los demás, derruir los muros que cubren los deseos más oscuros y hacer que fluyan libremente. Que puede sonar mal, pero así la gente acaba disfrutando más, y teniendo un horizonte más amplio. Además, unido a esto tengo los Proyectiles Ficha, de los que nadie está a salvo.
Tengo otro, que es el del aura de confianza. También involuntario, mucha gente cae bajo él. Poco a poco, consigo abrirme paso a través de miedos y desdichas para llegar a las preocupaciones del resto. Para ayudar a cargar con el peso de los problemas de los demás; muchos son muy pesados, demasiado. No siempre acierto con mis consejos, y sé que a base de buena voluntad no se mueve el mundo, pero lo intento. El aura de confianza además, me obliga a ello.
Mi tercer y último poder es el Wifi Mental. SÉ lo que estás pensando. Y si me hace gracia, diré lo mismo que tú al mismo tiempo.
No sé volar, es cierto. No me puedo teletransportar. No tengo super fuerza. Pero soy muy cabezota (¿podría ser un cuarto super poder?) y si me propongo algo, creéme, intentaré que ocurra.
Sobre mis gustos heroínicos al vestir... Tengo que hacer todo con discreción, el negro es el color imperante en mi armario. La ropa de lycra y las mallas no quedan bien en un cuerpo como el mío, así que están descartados. A primera, segunda, tercera y cuarta vista te pareceré normal. Peor cuando por tu boca salgan frases que jamás pensaste que te atreverías a soltar... recuerda, puede que esté cerca de ti.

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