lunes, junio 23, 2008

Trenes y Teorías


Me encantan las teorías, los análisis, las comparaciones...; todo lo que me sirva para comprender mejor a los individuos que me rodean y las relaciones que puedan darse tanto entre ellos como entre ellos y yo misma. Porque, me he dado cuenta de que por encima de muchas cosas, me fascina comprender. Quiero entender las cosas, a la gente, y por ello muchas veces me encuentro mirando de forma vacía a las personas que pasan a mi alrededor, analizando sus gestos, archivando datos.

Por ejemplo, tengo la teoría (una de ellas) de que una relación sentimental es una estación de tren. El que se ha enamorado o se va a enamorar es tanto el tren como el amable chico que está en taquilla repartiendo los billetes. Hay gente que de vez en cuando puede tratar de comprar un billete. Con lo que habría dos reacciones: Dejar que lo compre (más barato o más caro, pero dejar que lo compre) o decir que se han terminado y no dejar que pase al andén.

También hay pases especiales, que si bien no hacen todo el recorrido, te permiten dar una vuelta cortita en el tren; para pasártelo bien un rato. Y promociones "¡Date u
n par de vueltas y contrata un viaje entero con nosotros!". Y regalos. Entradas gratuitas a la gente que se pasa al lado de la estación. De muy, muy, muy vez en cuando, pero hay veces en que el que está en taquilla sale, deja cerrado y espera pacientemente en la puerta, con una entrada en la mano. El cigarro es opcional, claro. Durante ese tiempo puede ir alguien con la intención de tener un viaje corto. Depende de la política de la estación y del humor del taquillero, puede ser o puede que esas entradas también se hayan agotado.

En un momento dado, aparece la persona. El billete lleva su nombre impreso al dorso, aunque ni siquiera tú lo sabías. La verdad es que pocas veces giramos la entrada para ver que nombre tiene detrás. Con una sonrisa, el chico de la taquilla le extiende el billete, con la palabra "gratis" en la primera frase. También dependiendo de la política de la empresa, se puede hacer con más o menos filigranas. Hay algunas que se gastan una pasta; sacan lustre a su tren, lo pintan y repintan, cambian los asientos, dejan de ser la estación que eran para cambiar al gusto del posible consumidor, compran los servicios de antiguos clientes para corroboren lo bueno que es, hacen que el cliente piense que tal vez no tiene la exclusividad del billete...; otras, confiando en que su tren es bueno por lo que es, esté o no pintado de rojo brillante, simplemente dan el billete y confían en su adquisición.

Sin embargo, la mayoría de veces, el cliente no vuelve. Si acaso, para unos viajes cortos, de vez en cuando. Para dar vueltas cortas. Todo ese tiempo, la taquilla sigue cerrada, con lo que la estación amenaza con irse un poco a la ruina. Pero tanto tren como taquillero confían en que ese alguien vuelva. ¿Como no va a volver si el billete tenía su nombre serigrafiado en dorado?. Otras veces, el cliente en cuestión tiene el billete presente, y vuelve a la estación una y otra vez, pero siempre, siempre y únicamente para dar vueltas cortas; al fin y al cabo, el billete no parece tener fecha de caducidad y también sirve como bono de viajes cortos. ¿Para qué aceptar el viaje largo? Una de sus paradas indudables es VillaFracaso. Y después de esa parada está Engañópolis, Noesloqueera City y TenemosQueHablar (pueblecito con unos cafés excelentes pero amargos, de todas formas). Y sí, VivieronFelicesParaSiempre también está en el recorrido, pero siempre hay altibajos, el viaje puede no ser cómodo siempre, hay bandidos que pueden secuestrar el tren... No, los viajes cortos son más fiables.

También suele pasar, sin embargo, que el cliente se habitúe demasiado a dar vueltas cortas. Que se encariñe con el tren sin saberlo. Y un día se decida a pillar el viaje largo y se encuentre con que el billete sí que tenía caducidad y ni tren ni taquillero están.

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miércoles, junio 18, 2008

Emprendedor Sensible

Foto por Watachan

Pues bueno, he vuelto a copiar al Señor Malvado, con su test de personalidad. Y esto es lo que me ha salido:

El emprendedor sensible es una persona tierna, modesta y reservada. Lleva bien el día a día y le gusta la intimidad. Con su naturaleza tranquila y optimista es también un conversador solicitado por su capacidad para escuchar y los demás se sienten a gusto en su compañía. En definitiva, este tipo de personalidad es la más agradable y amable de todas. La tolerancia y su preocupación por los demás distingue su personalidad. Es solidario, generoso y siempre esta deseando ayudar. Es abierto y está interesado en todo lo que sea nuevo o desconocido para él. Sin embargo, si su escala de valores o su sentido de la justicia se sienten dañados, el emprendedor sensible puede volverse repentina y sorprendentemente enérgico y firme.

El emprendedor sensible disfruta de las comodidades de la vida al máximo. Es feliz con su vida diaria. Este tipo de personalidad es a menudo un dotado artista o un muy buen artesano. La creatividad, la imaginación y una percepción especialmente aguda son solo algunos de sus puntos fuertes. El emprendedor sensible está muy orientado a vivir el presente; los planes a largo plazo y las preparaciones no van mucho con él. Se toma la vida según le llega y reacciona de manera flexible a las exigencias diarias. No le gusta demasiado la rutina ni lo predecible. Sus talentos salen a relucir especialmente cuando los procesos de trabajo son variables y no hay demasiadas reglas. Al emprendedor sensible le gusta trabajar solo; si es parte de un equipo, no se involucra demasiado en juegos competitivos o de fuerza y prefiere vivir y trabajar en armonía y abiertamente.

El emprendedor sensible se siente completamente satisfecho con un pequeño y cercano círculo de amigos ya que sus necesidades sociales no son muy marcadas. En este aspecto, también, evita los conflictos - las riñas y las discusiones le causan mucha tensión. El emprendedor sensible suele ser un apasionado de los animales y también es muy bueno con los niños pequeños. Como pareja, esta personalidad es leal y fiable y siempre está dispuesta a dar mucho por la relación. El respeto mutuo y la tolerancia son muy importantes para él. Su amor por el bienestar lo convierte en un agradable compañero con quien se pueden experimentar momentos intensos. Le gusta cuidar a su pareja siendo muy atento y haciendo pequeños regalos y es muy sensible a las necesidades de su pareja - a menudo más que a las suyas. Sin embargo, si se encuentra con la persona equivocada, corre el riesgo de que se aprovechen de él, y por tanto se siente profundamente decepcionado.
¿Qué opináis?

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domingo, junio 15, 2008

Mala Hostia


De Mala Hostia. Cabreada. Susceptible. A la que salta e hipersensible, así estoy. Putas pastillitas de mierda. Lo que no han conseguido años y años de disgustos lo consiguen unas pastillas de 2mm de diametro en dos semanas. Manda huevos. Es un cóctel hormonal encerrado en un círculo de color rosa que potencia todos los cabreos reprimidos de mi vida y me hace vomitarlos hacia fuera. Junto con dolores de cabeza y vómitos de verdad, pero eso es otra historia.

Me toca las pelotas, porque antes pasar de los asuntos que me podían llevar a un conflicto sin sentido me resultaba muy fácil. Qué demonios, se me daba de puta madre. Ahora no, tengo unas ganas
impresionantes de discutir y mandar a tomar por culo a todo dios. Cualquier cosa que no me gusta, que antes sólo hubiese provocado un "Hmm" y un encogimiento de hombros, ahora me inicta a arrancarle la cabeza (no me importa si real o metafísica) al interlocutor. Las "injusticias" con los míos me ponen más del hígadillo, siento la imperiosa necesidad de meterme en todo para ponerlo a mi manera, que mi madre me diga más de tres palabras seguidas me irrita más que cualquier otra cosa y no tengo ganas de hacer nada; sólo de gritar muy fuerte y muy seguido. JODEEEEEER.

Lo peor, es que me pongo así, bufando sin parar contra nadie en particular y todos en general y no hay nada que me quite la mala hostia. Exagero mis reacciones, no me apetece hacer nada; me dan ganas de llorar y luego me encuentro con una rabia tal que... que... que joder, que espero que todo el mundo tenga frigoríficos antinucleares, por lo que podría pasar. Es que me toca los huevos, porque yo no soy así, siempre he conseguido mantenerme a ralla, siempre he conseguido controlar lo que yo quería y ahora se me escapa de las manos, me cuesta muchisímo no soltar borderías que ni siquiera sé de donde salen o hacia quién.

Porque esa es otra, no tengo ningún motivo especial para este descontrol, está ahí y ya está. Hoy, por ejemplo, me han dicho que iban a pintar toda la casa de color salmón. Antes me hubiese dado lo mismo, es un puto color. Horrible, sí, pero para lo que piso la casa a mí me da igual. Pero no, la nueva yo ha empezado a murmurar y ya me he puesto de mala hostia. Después, cuando me han dicho que si no leía ya los libros que tengo se iban a la basura casi le meto una hostia a mis padres: A él por sugerirlo si quiera y a ella por permitírselo. Me he ido de la cocina y me he encerrado aquí, en mi habitación.

Tengo una sensación... Como de si mi vida hubiese estado compuesta por vasitos que se han ido llenando y ahora, uno por uno, pero todos a la vez, se hayan ido volcando. O mejor dicho, se estén volcando. Me siento muy frustrada, echo pestes continuamente y ya... ya no sé si soy yo. Porque cuando no estoy de mala hostia, entro en un estado de gilipollez aún más suprema y me dan ataques de melancolía en los que sólo quiero echarme sobre el hombro de alguien y sentir que está ahí. Y me jode. Porque eso es pedir ayuda. Y no me jode pedir ayuda por orgullo o alguna cosa de esas; creo que no las uso. Es por dar la murga a los demás. Bastante tiene la gente con sus propios problemas como para encargarse de los míos. Si alguien viene a mí y me necesita, pues claro que estoy. Eso no me importa, es distinto. Pero me jodeee... me jode no ser fuerte y ser victimista y estar lloriqueando y no saber valerme por mi misma.

Putos traumas. Y putas pastillas, que me los sacan a relucir. Enfin... Que si os doy una mala contestación a alguno... Lo siento. Ù_ú

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Copia

Me ha gustado la idea de Mr. X. de poner un contador. así que le plagio la idea vilmente y ya. Díria que para subirme el ego... pero en realidad es sucia curiosidad XD

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martes, junio 10, 2008

Papel


Miró el papel. El número estaba allí, sugerente. Las líneas, rectas, escritas a mano. No le gustaban los ordenadores, daban un aire muy... impersonal. Él quería que lo contrataran por ser persona, no por ser otro sujeto mecanizado. Miró una vez más el papel. "Chico responsable se ofrece para trabajar con personas mayores, mañanas y tardes. Hago tareas del hogar y cuido niños también. Experiencia. Interesados llamar al 6XX XX XX XX". No había quedado exáctamente perfecto, pero algo era algo. Le gustaban las personas. Se sentía muy unido a su abuela y a su sobrinita de cuatro años, además. Sonrío; aquellas dos solían ponerse de acuerdo para echarle la bronca. Después de presionar el celo un poco más, caminó calle abajo.
Habían pasado dos semanas desde que colocara el primer cartel. Había puesto otros, en otro puntos de la ciudad, y aún así solo había recibido tres llamadas. Una para una tal Eugenia; la mujer del otro lado se mostró muy preocupada al descubrir que era un chico de veinticinco años en vez de su amiga de cincuentaitrés. La segunda, de un gilipollas que estaba tajado, a las tres de la mañana. Casi con curiosidad, había estado escuchando al beodo en cuestión; no paraba de decirle que era un mariquita y un calzonazos, que seguro que le gustaba follarse a las viejas a las que cuidaba. Todo mucho menos claro y con unas eses más largas, pero eso fue lo que vino a decir. La tercera fue la vencida. Una chica lo llamó para ver si podía cuidar de su abuelita.
Así que allí estaba él, vestido de punta en blanco, nervioso y sonriendo como un niño con zapatos nuevos. Bueno, como un niño con la Xbox y el Blue Dragon. Mirando el papelito donde había apuntado la dirección con su letra pulcra y diminuta se encaminó hacia su nuevo trabajo. No estaba lejos de su propia casa, ni siquiera tendría que cojer el coche. Aún quedaba por averiguar que días trabajaría y que días no, pero eso era lo de menos: tenía un trabajo cuidando gente, su especialidad. Al poco, llamó con cierto nerviosismo al portero automático, y la misma voz que le había llamado por teléfono le invitó a subir.
Cuando entró al portal y subió por las escaleras casi cayó por las mismas, de pura inseguridad. Su corazón latía con fuerza, le sudaban las manos. Al llegar a la puerta, una chica rolliza de pelo negro le sonrió desde la puerta. Era guapa, tenía los ojos de un azul profundo, y una sonrisa encantadora. Se hizo a un lado y dejo que entrara en un pasillo lleno de cuadros. El suelo estaba amoquetado y cada paso se veía ahogado además por una alfombra que le absorvía los pies. En la casa no se oía ningún ruido, la chica de echo, sólo le había dicho un tímido y tenue "pasa, por favor". Sonrío. Aquella casa le daba buenas vibraciones. Aunque en lo más profundo de su ser, notó... bueno, un escalofrío. Pero la calidez de la chica se impuso. Le guió por un pasillo serpenteante y abrió una puerta. Sonrió más profundamente y le dejó pasar. Después, cerró la puerta.
-Bien-dijo-. Ésta es Eulalia, mi abuelita. Abuelita, éste es Marcos. Te va a cuidar a partir de ahora.
-Pero...
-Bueno, sé que os llevaréis bien.
-Pero... pero...
-Es un poco cascarrabias, pero hace todo lo que la mandan al final, ¿verdad abu?
-Pero...
-Bueno, yo me voy. Hasta las ocho no volveré. Cierro la puerta con llave, si necesitas algo... Bueno, espero que no. aquí no hay cobertura, y los teléfonos están... averiados, eso es.
-...
-Así me gusta. ¡Y tú! ¡Pórtate bien con Marcos! Más vale que lo hagas, porque me diga algo malo...-bajó la voz-. Te enteras, y esta vez en serio.
Cerró la puerta tras de sí. Un poco más tarde, se oyó el clack del que cierra y da dos vueltas con la llave. Marcos se arrimó a la puerta, sentado en el suelo con las manos en la cara. Lloraba. La anciana, Eulalia, estaba sentada en la cama. Eso no hubiese tenido nada de raro sino hubiese estado con el torax abierto, las vísceras desparramadas, las costillas sacadas. Los ojos, abiertos de par en par, tenían restos de lágrimas. Él siguió llorando. al fin y al cabo, no se había despedido ni de su sobrina ni de su abuela.

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domingo, junio 08, 2008

...¿Hola?

Joder. Hum... siglos sin escribir, y lo primero que suelto es un taco. Pues qué bien... Enfin; supongo que a estas alturas da un poquito igual. Quien más quien menos me conoce. No creo que nadie se escandalice por mi charla de no señorita. Como muchas otras veces... Vaya, que lo siento. Que antepongo... iba a decir cosas importantes, pero la verdad es que antepongo casi cualquier cosa... a escribir. Y no sé por qué; supongo que la vagancia hace mucho que me ganó la guerra, aunque consiga erigirme con la victoria de batallas puntuales. Pos bueno, vayamos a los últimos acontecimientos de mi vida, que más o menos, son interesantes. O al menos graciosos.
Hará cosa de una semana o dos (la verdad es que vivo en un lugar sin tiempo; sé el día de la semana por las clases a las que voy o si me toca currar o no), tuve La Revelación. Y no Una Revelación Cualquiera. Sino La Revelación, con las mayúsculas incluidas. Gracias a un rechazo que ni siquiera me hizo falta preguntar, algo se quebró dentro de mí. Desde hace unos añitos, mi vida sentimental ha sido un constante cambio. Lo cual no está mal. Los cambios, bajo mi prisma, son cojonudos. Pero yo me refiero a los cambios que van suavemente cambiando, esos a los que te da tiempo a acostumbrarse. Mis cambios sentimentales han tenido la constancia de un vagón del Dragon Khan que está sujeto por un solo tornillo. Y ha sido agotador, en serio. Todo lo que quería se acercaba, se acercaba tanto que se restregaba contra mí, haciéndome sangrar al final. Con las desilusiones y la perdida de confianza que eso acarrea. Pero el último, lo ocurrido hace esas semanas indeterminadas, ha sido la gota que colma el vaso, la cerilla que se ha cargado todo el bosque. ¿Para qué luchar y patalear? Es más sencillo dejarse llevar por los acontecimientos. Cosa que nunca he dejado de repetirme, por cierto, pero que hasta el día de La Revelación pues estaba ahí como comentario suelto y nada más. Y ahora... Bueno, no hay nada. Ni preocupaciones, ni intríngulis sentimentales, ni comeduras de cabeza. Es... paz. Y ya.
También hace un mes que no voy a aikido de forma regular. Otra cosa que tengo que cambiar a la orden de YA. Más que nada, porque como ya comenté, si alguien me viese tumbada en la playa, me devolvería al mar pensando que estoy barada. Sé que he repetido el símil bastante, pero es que creo que se ajusta mucho a mi situación física ahora mismo XD. No sé. No me encuentro bien. O bueno, me encuentro, demasiado rápido y en un campo más amplio de lo que recordaba, así que si somos técnicos, me encuentro especialmente bien y de forma muy pero que muy veloz. La dieta también está ahí, tirando de mi manga metafísica, tratando de convencerme de que le haría muy biena mi físico si la dejase. Lo malo es que la comida tiene argumentos muy convincentes, con azúcar y chocolate de por medio. a ver si consigo desoír sus cánticos de sirena y me pongo en serio a ello, que sólo me quejo y lloriqueo, pero me sigo metiendo dulces casi por vena.
El curro me va bastante bien, aunque gano menos que antes. Más que nada porque en vez de doce horas trabajo ocho; cosa que se ha notado en mi bolsillo un poco. ¡Muchas cosas que comprarme y poco dinero! Aunque bueno, siendo realistas tengo bastante ahorrado. Bueno, algo. sí, algo se ajusta más. Enfin, eso, que me va bien. Pese a algunos inconvenientes, como sacar 99o lerus un día yo sola, que me dejen a mí y a Asís a solas un día de concierto o que el jefe me meta dinero en la caja para ver si me lo llevo o lo dejo ahí. Por otra parte, me jode un poco que sea todo dinero negro. Más que nada porque, aunque el dinero sea indudablemente más inmediato, me quedo sin cotizar. Y lo lamentaré. Aunque es un lamento muy lejano y realmente no me preocupa; estas son esas pequeñas cosas pintorescas, así como salir de mala hostia de la cocina y repartir sonrisas crueles a los clientes con voz de falsete, las que alegran el día a día del currifichante. ¿No? ¿NO?
Y no sé... Bueno, sí. Desde hace un mes casi (hoy ha sido el primer domingo que tenía libre en ese tiempo!!) ayer salí. Tenía la regla, la espalda mal, la garganta hecha fosfatina, el estomágo pedía a gritos un calmante, la columna vertebral y las piernas competían en el juego de "Hagámos que caminar y estar sentado sea molesto" y los brazos, los hombros y los omoplátos se regodeaban en algo muy similar a una distensión (como diría cualquier tío xD); pero salí. Y me he quedado hasta las siete, desayunando. Durmiendo y tomando un colacao sería más exacto, pero espero que se acepte "desayunando". Queda más bonito. Bueno, el caso es que estuvimos toda la gentuza habitual, bailando y haciendo el gilipollas. Es íncreible lo bien que se me da eso último. Aunque lamentablemente ayer no hice ninguna gilipollez así como remarcable; la ausencia de alcohol (si encima llego a meter líquido elemento, creo que mi cuerpo se hubiese ido sin mí) se notó. Me lo pasé igual de bien, pero no hice ninguna revelación, ni sobeteé a nadie, ni llamé a alguien para declararme. Estoy perdiendo facultades XD
Y ahora sí, con la intención de escribir menos pero más seguido, os dejo en paz XD

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