Trenes y Teorías
Por ejemplo, tengo la teoría (una de ellas) de que una relación sentimental es una estación de tren. El que se ha enamorado o se va a enamorar es tanto el tren como el amable chico que está en taquilla repartiendo los billetes. Hay gente que de vez en cuando puede tratar de comprar un billete. Con lo que habría dos reacciones: Dejar que lo compre (más barato o más caro, pero dejar que lo compre) o decir que se han terminado y no dejar que pase al andén.
También hay pases especiales, que si bien no hacen todo el recorrido, te permiten dar una vuelta cortita en el tren; para pasártelo bien un rato. Y promociones "¡Date un par de vueltas y contrata un viaje entero con nosotros!". Y regalos. Entradas gratuitas a la gente que se pasa al lado de la estación. De muy, muy, muy vez en cuando, pero hay veces en que el que está en taquilla sale, deja cerrado y espera pacientemente en la puerta, con una entrada en la mano. El cigarro es opcional, claro. Durante ese tiempo puede ir alguien con la intención de tener un viaje corto. Depende de la política de la estación y del humor del taquillero, puede ser o puede que esas entradas también se hayan agotado.
En un momento dado, aparece la persona. El billete lleva su nombre impreso al dorso, aunque ni siquiera tú lo sabías. La verdad es que pocas veces giramos la entrada para ver que nombre tiene detrás. Con una sonrisa, el chico de la taquilla le extiende el billete, con la palabra "gratis" en la primera frase. También dependiendo de la política de la empresa, se puede hacer con más o menos filigranas. Hay algunas que se gastan una pasta; sacan lustre a su tren, lo pintan y repintan, cambian los asientos, dejan de ser la estación que eran para cambiar al gusto del posible consumidor, compran los servicios de antiguos clientes para corroboren lo bueno que es, hacen que el cliente piense que tal vez no tiene la exclusividad del billete...; otras, confiando en que su tren es bueno por lo que es, esté o no pintado de rojo brillante, simplemente dan el billete y confían en su adquisición.
Sin embargo, la mayoría de veces, el cliente no vuelve. Si acaso, para unos viajes cortos, de vez en cuando. Para dar vueltas cortas. Todo ese tiempo, la taquilla sigue cerrada, con lo que la estación amenaza con irse un poco a la ruina. Pero tanto tren como taquillero confían en que ese alguien vuelva. ¿Como no va a volver si el billete tenía su nombre serigrafiado en dorado?. Otras veces, el cliente en cuestión tiene el billete presente, y vuelve a la estación una y otra vez, pero siempre, siempre y únicamente para dar vueltas cortas; al fin y al cabo, el billete no parece tener fecha de caducidad y también sirve como bono de viajes cortos. ¿Para qué aceptar el viaje largo? Una de sus paradas indudables es VillaFracaso. Y después de esa parada está Engañópolis, Noesloqueera City y TenemosQueHablar (pueblecito con unos cafés excelentes pero amargos, de todas formas). Y sí, VivieronFelicesParaSiempre también está en el recorrido, pero siempre hay altibajos, el viaje puede no ser cómodo siempre, hay bandidos que pueden secuestrar el tren... No, los viajes cortos son más fiables.
También suele pasar, sin embargo, que el cliente se habitúe demasiado a dar vueltas cortas. Que se encariñe con el tren sin saberlo. Y un día se decida a pillar el viaje largo y se encuentre con que el billete sí que tenía caducidad y ni tren ni taquillero están.
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