Bueno, he re-vuelto a aikido. Ahora mismo me duelen y tiemblan los brazos y tengo la garganta pelín (bonito eufemismo) peor que cuando he entrado, pero no me importa. Disfruto mucho. También es cierto que me da pereza. Bueno, más bien me da pereza ir. Estando allí podría pasarme más de las casi dos horas que nos pasamos. De echo, alguna vez que hemos quedado para ir un sábado aleatorio y hemos estado tres horas o algo más, no me ha importado en absoluto. Otras veces en clase normal, estoy tan hiperactiva, que seguiría y seguiría. Pero el ir, el preparar las cosas, el marchar de mi casa... eso me mata mucho.
Por ello, si tuviese que quedarme con un pecado, sintiéndolo mucho por la lujuria (que también me motiva bastante), me quedaría con la pereza. ¡La de horas muertas que he pasado frente a la nada sin hacer otra cosa que respirar (a veces, cuando estoy constipada, casi ni eso)! La vagancia y la pereza son las cosas más cómodas que existen; si bien es cierto que lo que nada cuesta, nada reporta. Sin embargo, mucho se tienen que remover mis personalidades internas para que me decida a hacer algo. Suele pasar en cuestión de segundos, todas gritan un poco y después una de ellas grita más fuerte, acallando a las demás y manejando mi carcasa con mi parte gris, que es la Piloto Habitual.
En general, sin embargo, mi parte gris se las apaña más menos bien sola. He elegido el gris para representar la mayor parte de mí y no el negro, como cabría esperar, porque al fin y al cabo, el negro es un color muy tajante cargado de connotaciones tanto místicas, como negativas, como sensuales. El negro le va mejor a mi parte puramente sexual. El gris me va bien, porque sostengo que la tonalidad de la vida está llena de matices. No es ni blanca ni negra; es una gama de grises de diferente luminosidad. Ni si quiera son grises puros, todos ellos tienen un punto más o menos de color, lo que les hace únicos, diferentes.
Hablando con la Ensalada y el Fruto Seco, llegamos (una vez más) a eso, a que yo era diferente. Como he dicho en otras ocasiones, ser diferente ni es malo ni es bueno. No soy mejor por tener unas ideas diferentes ni soy peor porque mi nivelador moral esté orientado de forma distinta. El caso es que la Ensalada no me entiende. Yo a ella tampoco, he de reconocer. La última vez que hablamos un poco más en serio, yo traté de vender al pequeño Cosmopolita como lío sin compromiso. Me parece una buena persona, al fin y al cabo; aunque le trate un poco como mercancía. Lo hago con buena intención. La cuestión está en que la Ensalada lo rechazó, no porque no le interesase el trato, sino porque como a mí me interesa pues no lo veía bien.
Es curioso, raro quizá. No lo voy a negar, menos a estas alturas. Claro que me interesa. Que demonios, me declaré haciendo el mayor ridículo del mundo XDD. Le tengo cariño además. Tal vez sería más correcto decir que me “interesaba”. No lo sé, no me importa tampoco. Pero precisamente por eso, porque me interesó, quiero venderle. Sé que es un buen tío, sé que la trataría con cariño, sé que lo pasarían bien juntos. Pero no lo entiende. No puede entender que por mucho que sienta, haya sentido o vaya a sentir quiera “”regalárselo”” (pondría más comillas, pero cansaría leerlo). Hablando de gente que me interesa (ya, a estas alturas también...), si encuentro a alguien que creo que merece a cierto monstruito, también se la voy a “”dar””. No son míos ni mucho menos, no quiero ni por asomo dar la impresión de que los considero mi posesión. Pero hubo una cierta implicación sentimental (aunque sólo fuese por mi lado XDD), que quieran o no, me ató a ellos.
Y esque los sentimientos lo atan y lían todo. Por eso me gustaría renegar de ellos, meterlos una cajita a la que gustosamente prendería fuego, deleitándome con los gritos de los amores sin corresponder que irían dentro. Peeero por mucho que me queje, soy una jodida romántica, y no sólo a mí modo. Me cuesta horrores reconocerlo, pero me encanta quedarme abrazada a alguien, por el simple placer de estar junto esa persona. Me encanta pasear cogida del brazo por ahí, por pasear sin más. Pero no me lo permito. Porque eso sería caer en sentimentalismos que llevarían a esperanzas que se harían añicos y que se transmutarían en desilusiones. Puedo soltarte una frase soez con la misma facilidad con la que me encuentran las cosquillas, pero no me pidas que te agarre la mano para ir a tomar un café, porque pondré cara de boba y no sabré que hacer.
No sé si es porque entre los chicos eso de toquetearse no se lleva mucho o es por otra razón, pero lo del contacto físico es algo que nunca he llegado a comprender del todo. Me asombra con la facilidad que otros (bueno, sobre todo otras) son capaces de colgarse de la espalda de los demás, de repartir besos y abrazos, de sobar al resto. Para mí tiene mayor sentimentalismo el dar un beso de verdad en la mejilla que el tirarse a alguien sin un triste beso. Al principio, cuando empecé a “liarme” con Rambaldi (este parece el post de “a estas alturas...”), no nos liábamos. Era... otra cosa. Fue bastante tiempo después cuando empezamos a besarnos. No sé... besarse, tocarse con cariño... es más íntimo, más bonito que el mero acto de copular con otra persona.
Y se nota. Se nota si hay complicidad o es simple sexo sin más. Se nota y se agradece que la haya. Aunque ahí es el punto justo en el que tienes que tener las ideas muy claras, porque sino, valga el vulgarismo, te la cargas y con todo el equipo. Da miedo, pero es lo que hay. Yo no quiero dármelas de nada (¡Qué loquesea me libre!) pero creo que, con lo vivido, sé discernir bastante bien. Y eso es lo que vale, creo yo. El acojonarse, sí, pero aprendiendo algo. Que todo sirva para algo y que te puedas reír de ello, creo que son la base de mi filosofía. Y bueno, creo que vivo bastante bien :D
Perdón por la chapa, pero he vuelto inspirada y llevaba muchos días sin decir ni mu XD
Etiquetas: personal e intransferible